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Filosofía

Herbert Dubois nació en 1987 en Marsella y creció entre las culturas superpuestas y la luz cambiante del Mediterráneo. Desde temprana edad se movió con inquietud por distintas regiones, pasando largos períodos en lugares donde las fronteras entre continentes y lenguas parecían disolverse. Estos años de continuo desplazamiento desarrollaron en él una sensibilidad aguda hacia el espacio, la textura y el diálogo silencioso entre las personas y su entorno.

Su práctica explora la materialidad del lienzo y la manera en que el cuerpo y el entorno interactúan con la superficie, obligándola a resistir y a descomponerse. Trabajando entre la pintura, el ensamblaje táctil y las intervenciones sutiles con tela y pigmento, Dubois concibe cada obra como un encuentro físico más que como una imagen fija. La superficie se convierte en una membrana que registra la presión, el gesto y las huellas de su propia transformación.

Actualmente, Herbert Dubois divide su tiempo entre París y Marsella, llevando una vida marcada por el movimiento y la observación atenta. Se siente atraído por los lugares donde las fronteras son fluidas y donde perdura la huella de la presencia humana — evidencia de cómo el entorno y la experiencia modelan y desestabilizan continuamente el acto creativo.

Herbert Dubois concibe la pintura como un cuerpo vivo y sensible, más que como una superficie pasiva. Para él, el lienzo es piel: porosa, reactiva, capaz de absorber la experiencia hasta alcanzar el punto de ruptura. Acepta esa rebelión de la materia, permitiendo que el pigmento y la tela dicten sus propios recorridos.

En el núcleo de su práctica se encuentra la sutura roja. No es adorno ni simple reparación, sino una cicatriz deliberada — la afirmación de que la memoria no puede borrarse. Cada puntada se convierte en un lugar donde coexisten los opuestos: el trauma y el cuidado, el caos y la estructura, lo personal y lo colectivo. Dubois cree que la herida debe permanecer visible para que el arte pueda dar testimonio de la condición humana.

Rechaza la idea de la pintura como mera imagen y la concibe como un evento de encuentro: una colisión de gesto, pigmento y fibra que registra la inestabilidad de la identidad y la precariedad del presente. Los años pasados en puertos y territorios fronterizos le revelaron que nada — ni el yo, ni el lugar, ni el medio — permanece fijo.

Para Dubois, el arte es un acto de cuidado radical: no para cerrar ni ocultar, sino para mantener unidos los fragmentos en un equilibrio frágil. Su serie Sutures encarna esta convicción: la costura roja es a la vez línea de vida y testimonio de resistencia, una afirmación silenciosa de que el mundo, aunque fragmentado, aún puede ser tocado, cuidado y momentáneamente reunido.

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Biografía

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